Fluidez y comodidad: el dúo que nos hace libres
Fluidez y comodidad: el dúo que nos hace libres
Escrito por Andrea Jiménez Jiménez
La moda, que tanto amamos, no siempre ha sido aliada de la libertad femenina. Por épocas barroca y clásica, encerró a las mujeres en corsés que no solo se ceñían al cuerpo para acentuar la cintura, sino para marcar estándares sociales que le restarían autonomía e independencia al género femenino. Pero también la moda fue una declaración de intenciones cuando se empezaron a resquebrajar los prototipos impuestos al cuerpo y al pensamiento de la mujer.
Coco Chanel socavó La Belle Époque haciendo Alta Costura: desató nudos imposibles que ataban la figura femenina y la enfundó para siempre en trajes cómodos y elegantes, moviendo históricamente los cimientos de la industria de la moda. A ella y a muchos otros couturiers les debemos el hacer de lo sofisticado algo confortable.
Esa naturalidad sigue estando hoy con nosotras, y es un atributo que apreciamos porque conocemos su poder. Sabemos que lo effortless no le resta elegancia a lo que lucimos, y apreciamos el valor de una prenda que nos permite movernos del trabajo a una cena, de la rutina a la sorpresa, con toda la fuerza de la comodidad y lo atemporal.
Para la fluidez, además, otro punto: el juego de lo volátil. La carga romántica y femenina del vuelo de una falda es única y encantadora. El movimiento del vuelo y la libertad que otorga una silueta en A, por ejemplo, es casi irremplazable, difícil de hallar en otra pieza, por eso es todo un clásico del diseño. Beatriz Camacho, que ha convertido en su musa a la mujer de espíritu libre a través de interpretaciones etéreas y atemporales de la feminidad, lo sabe. Sus colecciones, llenas de movimiento y libertad, no se olvidan de este must have, interpretado también en vestidos que emocionan y que conectan con esas sensaciones naturales: la brisa que acompasa, la música del mar, la coreografía sutil de las plantas y el nacimiento de sus flores…
Hay un vestido que fusiona todo eso, una declaración de intenciones poéticas de Beatriz Camacho con un nombre sugestivo. El Celeste dress inmortaliza esos atardeceres que nos han dejado sin aliento alguna vez. Su naranja nouvea nos recuerda las postales inolvidables de antes del ocaso, la Golden hour que tanto nos encanta, y hace parte de los tonos que pintan con fuerza la paleta de este año.
El auge del vintage también florece en este vestido. El boho chic regresa con un aire setentero para entregarnos estampados abstractos de giro nostálgico, ilustrados a mano, que usan los colores tierra para aumentar la sensación de fluidez y comodidad, de inspiración natural. La seda termina de crear una conexión genuina entre el movimiento y la libertad que emana esta pieza de corte camisero, guiño ineludible de lo sartorial.
Es precisamente esa silueta fluida, sumada a las mangas abullonadas y su largo perfecto, y a su cintura acentuada pero confortable, lo que hacen del Celeste dress un vestido vibrante y con espíritu fresco, clásico pero vanguardista, que acompañará a la mujer que lo luzca en su jornada de trabajo en el día y en la cena de esa misma noche en un rooftop de moda.
Lo romántico se podrá contemplar en un vestido con nombre de cielo, que nos recuerda la solustrance, o esa fascinación por el resplandor que nos regalan las puestas de sol. Es como llevar puesto el atardecer… o la libertad misma.